sábado, 6 de abril de 2013

UN REENCUENTRO

Las tres de la madrugada,
los momentos de los decibelios,
hora soñada la de esos gélidos dueños.
Mi quinto, o sexto, gín-tónic, y te vi.
Las risas pululantes de tu alrededor
indicándome, una tacha de armonía
y una evidencia: tú afligida.
Lo capté pues bien te conocía.
Un intento valiente, o eso pretendí
y el ánimo alzado por el pasado,
con el corazón caliente
hacia tu remembranza me dirigí.
Cuando mi mirada chocante
en un gesto desinhibido
intentó hermanarse con la tuya
topó contra aquello: lo ya vivido.
Unos momentos de silencio,
unos saludos entrañables,
la soledad acobardada,
los dos del pasado a nado
y tú y yo  entre brazadas culpables.
Unas risas cordiales,
unos tragos felices,
más risas cordiales
y más tragos felices.
Ambos de alterne abrumados.
Tú, mi nocturna protagonista
yo, el héroe reenganchado
y la noche, al amor compinchado.
Una última copa
antes del momento de la despedida
para una ocasión propicia:
"llévame a tu casa", dice ella.
Allí en el pequeño apartamento,
la añoranza se vuelve amena,
la soledad,
unos brotes de cariño,
la soledad,
unos golpes de sexo,
una brizna de soledad,
el recuerdo de la juventud perdida,
la cama que llama
y entonces se aparca la pena.
Madrugada de sexo,
rato de amor confundido,
olores del hombre,
mujer refugiada,
y ambos, del regalo ya aburridos.
El sueño inunda
Olores pasados
dormitando en abrazo falso.
Tú y yo, embriagados
y el Sol, con los rayos tempranos
diafana nuestro mundo, atontado,
a las cabezas, en apagado.
El momento extraño
el sentimiento achantáo.
Se oye: "me visto que me voy".
Frase agradable
las ascuas del astro quemando
y los dos, de nuevo, soleando.
Al rato, solo, como siempre
oliendo melancolía, pena, ansía, aturdes, ojos fríos,
puro sexo camuflado, amor inquisidor  
y otra vez contra el mundo guerreando.
Todos los olores bien mezclados.
Son aromas de vida.